Las personas con TDAH, se mueven de manera excesiva y aparentemente innecesaria para lograr los fines que desean; parecen constantemente inquietos e infatigables.
Este trastorno obliga a las personas que lo padecen a realizar movimientos que no son estrictamente necesarios para completar una tarea, tales como mover los pies y las piernas, dar golpecitos a las cosas, balancearse mientras están sentadas, o cambiar de postura o posición con frecuencia, mientras realizan sus tareas. Estos movimientos son más frecuentes cuanto más aburrido les parece lo que hacen. También las realizan cuando están esperando, sin tener nada que hacer. Los más pequeños pueden hacer carreras, subirse a diversos lugares y otras actividades motoras gruesas. Aunque esto tiende a reducirse con la edad, incluso los jóvenes con TDHA son más infatigables y movidos que sus compañeros.
En los adultos, esta infatigabilidad puede ser más subjetiva que observable externamente, aunque algunos adultos continúan infatigables también de manera externa, y comentan que tienen la necesidad de estar siempre ocupados, haciendo algo, e incapaces de estar sentados tranquilos.
Atención y exceso de actividad son las dos áreas problemáticas asociadas al trastorno biológico que constituye el TDAH. No obstante, estos déficits conllevan secundariamente, retrasos en todos los aprendizajes, ya que éstos requieren de procesos atencionales.